Arleth Bernal IPS

Cómo tu estilo de apego moldea tus relaciones de adulto

Cómo tu estilo de apego moldea tus relaciones de adulto

El apego, ese vínculo emocional fundamental que se forma en la infancia, es mucho más que una simple conexión; es un sistema biológico que nos impulsa a buscar seguridad y cercanía. La teoría del apego, explica cómo la calidad de este vínculo primario, que puede manifestarse en estilos de apego como el seguro, evitativo o ansioso, moldea profundamente nuestras relaciones afectivas y de pareja en la adultez. Comprender nuestro estilo de apego es clave para entender cómo gestionamos la intimidad, la vulnerabilidad y el conflicto en nuestros vínculos.

Los tres tipos de apego

La teoría del apego, desarrollada por John Bowlby, nos ayuda a entender cómo la interacción con nuestras figuras de apego moldea nuestra forma de relacionarnos. Los tres tipos principales de apego son:

  • Apego seguro: Se desarrolla cuando el cuidador es sensible y responde consistentemente a las necesidades del niño. De adulto, estas personas se sienten cómodas con la intimidad, confían en los demás y no temen la cercanía ni la soledad. Son capaces de expresar sus emociones y buscar apoyo cuando lo necesitan.
  • Apego evitativo: Surge cuando el cuidador es distante o rechaza las necesidades del niño. El niño aprende a suprimir sus emociones y a volverse “independiente”. De adulto, estas personas tienden a evitar la cercanía emocional, valoran mucho su autonomía y pueden tener dificultades para reconocer y expresar sus propias necesidades o las de su pareja.
  • Apego ansioso-ambivalente: Se forma cuando el cuidador es impredecible, a veces responde de manera cariñosa y otras de forma hostil. Esta inconsistencia genera ansiedad en el niño. De adulto, las personas con este estilo de apego suelen tener una profunda necesidad de intimidad, pero al mismo tiempo temen el abandono. Pueden mostrarse ambivalentes en sus relaciones, con altibajos emocionales y una gran hipersensibilidad al rechazo.

Ahora bien, ¿podríamos suponer que el estilo de apego que desarrollamos en la infancia tendría alguna influencia en nuestros procesos de elección de pareja? Efectivamente.

La influencia del apego en tus relaciones de pareja

Son cada vez más las investigaciones que refieren que nuestro estilo de apego es una de las variables más importantes para alcanzar la satisfacción sentimental. La forma en que aprendimos a vincularnos con nuestras figuras de apego en la infancia se convierte en un modelo inconsciente para nuestras relaciones futuras. Este patrón, o “mapa emocional”, influye en la elección de pareja y en cómo gestionamos la intimidad, la confianza y el conflicto.

La calidad de la relación con la figura de apego influye directamente en la seguridad, la expresión emocional y la búsqueda de apoyo en la vida adulta. Comprender nuestro estilo de apego puede abrir el camino hacia vínculos más conscientes, saludables y satisfactorios.

Exploremos. ¿Cómo te relacionas a partir de tu estilo de apego?

Si creciste con un apego seguro, te sientes cómodo en la intimidad y la autonomía. En tus relaciones de pareja, eres capaz de comunicarte de manera abierta, manejar los conflictos de forma constructiva y buscar apoyo sin sentirte vulnerable.

Confías en tu pareja y te sientes seguro tanto en la cercanía como en la distancia. En tus relaciones interpersonales, identificas con facilidad quién te hace daño para alejarte y quien te hace bien para acercarte. Así, podrías reconocer cuando te sientes angustiado, acudiendo a los demás en busca de apoyo.

Si creciste con un apego seguro, tu figura de apego expresaba preocupación por tu cuidado, reconociendo tus necesidades.

teoría del apego

Siendo niño, mostraste interés y disfrute por la exploración, aunque pudiste experimentar malestar y disgusto ante las separaciones de tu figura de apego, así mismo, desarrollaste capacidades para regular el malestar y encontrar consuelo de forma autónoma.

Si creciste con un estilo de apego evitativo, posiblemente tu figura de apego mostró rechazo hacia tus necesidades e incluso ante tus manifestaciones afectivas.

Siendo niño, pudiste optar por distanciarte de tu figura de apego, ya que aprendiste que tus necesidades serán rechazadas y no tendrás ningún tipo de seguridad. A partir de allí, pudiste aprender que este rechazo puedes evitarlo si no expresas tus necesidades.

De adulto, restringes o inhibes el deseo de reconocer tus estados emocionales, mucho más si estos son negativos. Adicionalmente, podrías limitarte al reconocer tu angustia, miedo o malestar y la búsqueda de apoyo ante estos estados. Es probable que te sientas incómodo con la cercanía emocional. Tiendes a priorizar tu independencia y a evitar la vulnerabilidad. Puedes tener dificultad para expresar tus sentimientos y a menudo te alejas cuando las cosas se vuelven demasiado intensas. Es posible que te sientas abrumado por las demandas emocionales de tu pareja.

Por último, si creciste con un estilo de apego ambivalente, tu figura de apego se mostraba en ocasiones hostil, pero en otras, sensible. Estas conductas no tenían que ver nada contigo, dependían de cuestiones relacionadas con tu figura de apego. Esta ambivalencia generaba una fuerte angustia en ti, derivando en hipersensibilidad, así como una exagerada manifestación de las conductas de apego.

De adulto, de pronto quieres estar con tus seres queridos, sin embargo, al cabo de un rato, puedes sentir que te molestan. Así mismo, podrías tener una hipersensibilidad a las emociones negativas y expresiones intensificadas de angustia.

Es probable que busques constantemente la validación y cercanía de tu pareja, pero al mismo tiempo te sientas inseguro. Puedes ser muy sensible a las señales de rechazo, lo que a menudo te lleva a actuar de manera impulsiva o a exigir más atención de la que tu pareja puede dar. Este patrón de “necesito que te quedes, pero temo que te vayas” puede generar un ciclo de inestabilidad.

Para reflexionar Estos patrones, conocidos como estilos de apego, condicionan nuestras relaciones afectivas y la forma en que enfrentamos el malestar. Comprender el propio estilo de apego es una herramienta valiosa para resignificar vínculos pasados, transformar dinámicas presentes y construir relaciones más conscientes y satisfactorias.

Puedes encontrar más artículos sobre crianza en nuestro blog.

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